domingo, 14 de diciembre de 2014

Paisaje en El Escorial II



RESUMEN de la presentación de "Paisaje en El Escorial" que ha tenido lugar el sábado 13 de diciembre 2014, en la Librería de las Cocheras del Rey, en San Lorenzo de El Escorial.


LA ESCUELA DE INGENIEROS DE MONTES

El aspecto frondoso de nuestros montes no fue siempre como lo disfrutamos ahora. 
El resurgir del bosque acaeció a finales del siglo XIX, exactamente en 1869, y se lo debemos al providencial traslado a la Casa de Oficios escurialense de la Escuela de Ingenieros de Montes y, muy en particular, a un profesor de ella, don Miguel del Campo Bartolomé, (1862-1934), nacido en San Lorenzo. A ambos, institución y personaje, hay que agradecer que nuestros alrededores estén hoy en día cubiertos de una tupida masa arbórea que embellece a la par que evita la erosión, alimenta los manantiales y defiende el microclima del lugar. Don Miguel, preclaro "gurriato" al que este pueblo debería una mejor memoria que la que atestigua la abandonada fuente que lleva su nombre, situada en la cabecera de la presa del Romeral. En ella, en una placa ya desaparecida, se agradecía su amor y dedicación por el paisaje escurialense. 
En aquel año se instalaron aquí las necesarias aulas, gabinetes y dependencias, y como jardín forestal y viveros se utilizaría el parque de la casita del Infante y, como campo de prácticas, los cuarteles de la Solana y el Romeral.
Un profesor de la Escuela de Montes, Lucas Olazábal, escribía lo siguiente:

Para el que gusta de lo natural, no hay pensil comparable a la Herrería en el mes de Mayo. Más de 400 especies herbáceas fanerógamas representadas con amplitud y todas en flor, ostentan un variado de matices que no cabe en la imaginación más poética.

Y en 1889, otro profesor, José Secall publicaba un catálogo de plantas vasculares de la zona de San Lorenzo del Escorial con 1062 especies pertenecientes a 96 familias.
A pesar de que, al parecer, el roble melojo había sido la especie autóctona por estos predios, se eligió, básicamente, el pino rodeno dejando para las alturas el pino silvestre considerado como más resistente. Para la ejecución del plan se puso en marcha un vivero en el lugar denominado Los Llanillos, situado al final del camino Blanco, a 1300 m de altitud. Posteriormente se prepararon otros dos viveros a mayor altura, en la vereda de los Gallegos, cerca del manantial del Trampalón.
La inauguración oficial del proyecto tuvo lugar en aquel año de 1892, efectuándose en presencia de las autoridades las primeras plantaciones de árboles en la fuente de la Teja que, después, se convertiría en un símbolo de la repoblación, recibiendo el nombre de Parque de Miguel del Campo, en agradecimiento a aquel escurialense que felizmente había impulsado tan fecunda iniciativa.
La repoblación concluyó en el año 1914, es decir 22 años después, año que resultó nefasto para el pueblo de San Lorenzo debido al inesperado traslado de la Escuela de Montes a Madrid.





No podemos hablar del paisaje escurialense sin una cita muy especial a Ortega y Gasset, que tuvo buenas oportunidades de captar el espíritu de este lugar durante sus prolongadas estancias en el Real Sitio. Su infancia transcurrió aquí, y aquí aprendió a leer, y fue en 1887 cuando estableció aquí su vivienda. 
Hubo, ciertamente, gran sintonía entre este pensador con El Escorial y su paisaje. Residió en diversas etapas de su vida en la segunda casa de Oficios y allí, en una placa conmemorativa, se recuerda su conocida sentencia: 

Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. 

Pero ¿qué es la circunstancia? Es el conjunto de todo lo que nos rodea y, para Ortega, es lo que el sujeto experimenta como situación vital, las cosas mudas que están en nuestro próximo derredor 
En 1906 en El Imparcial, un artículo: Pedagogía del paisaje: 

El paisaje ha creado la otra mitad de mi alma; nos enseña el fondo mismo de nuestra propia identidad. 

Después, en 1910, se casó y pasó aquí su “luna de miel”, pero sería en 1914 (ahora se conmemora el centenario) cuando fijó su residencia aquí por dos años hasta su marcha a la Argentina. Durante este periodo frecuentó sus tres predilectos rincones escurialenses, la Lonja, la Herrería y el Jardín de los Frailes. 

Personalmente nos encanta un texto de Las meditaciones del Quijote, de 1914, en el que Ortega se siente más lírico apasionado que filósofo racionalista. De toda su ingente obra hemos seleccionado estas citas:

Este bosque benéfico que unge mi cuerpo de salud, ha proporcionado a mi espíritu una grande enseñanza. Es un bosque magistral, viejo como deben ser los maestros, sereno y múltiple. Además practica la pedagogía de la alusión, única pedagogía delicada y fecunda.. Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un breve gesto.... Quien quiera enseñarnos una verdad, que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros. 

En una conferencia pronunciada en el Ateneo madrileño, en 1915, Ortega sostiene que el espectador puede llegar a desarrollar su propia potencial capacidad para modelar los paisajes y lo afirma, desde luego, con su mente puesta en El Escorial: 

El Guadarrama es la sierra materna y en El Escorial es donde ha asentado mi alma. 

Es importante la luz en el paisaje del Escorial 

Tales fueron los pensamientos suscitados por una tarde de primavera en el boscaje que ciñe al Monasterio de El Escorial. Bosque, paisaje y circunstancia que han proporcionado a mi espíritu una gran enseñanza. 

Cada hora trae su luz y cada luz -como un poeta- crea de nuevo todas las cosas a su manera. Gracias a esto, el mundo que es ya tan rico en formas estáticas, aumenta indefinidamente su contenido.