(Resumen del articulo publicado en la revista Apuntes de la Sierra, abril, 2015)
La localización de la Escuela Superior de Montes en San
Lorenzo de El Escorial durante 45 años es un capítulo poco conocido de nuestra
historia, sobre todo si se pone en la perspectiva de las repercusiones tan
beneficiosas que de ella se derivaron para este pueblo.
Una de ellas, con mucho la más destacable, fue el proyecto
de reforestación de nuestros montes, ingente tarea que ocupó durante 22 de esos
45 años a los profesores y alumnos de la Escuela y a las gentes “gurriatas” en
la labor de profunda transformación de nuestro paisaje.
Porque el aspecto y la frondosidad de los montes
escurialenses no fueron siempre como los que ahora disfrutamos. Así lo
atestiguan algunas de las fotografías de finales de siglo XIX y también algún que
otro cuadro de paisajistas de principios de siglo, mostrando una visión
descarnada de las laderas de Abantos.
Efectivamente, el primitivo bosque se había ido deteriorando
paulatinamente por efecto del aprovechamiento
para pastos, del excesivo carboneo, de la incesante tala para
aprovechamiento maderero y de los crueles
incendios.
Pues bien, aquel continuo proceso degradante de siglos se
detuvo gracias al providencial asentamiento de la Escuela aquí, en el año 1869,
concretamente en la calle de Floridablanca, en la primera Casa de Oficios. Y aquí
permaneció hasta 1914, fecha de su traslado a Madrid.
Desde el mismo momento de su establecimiento aquí, ya estaba
en el ánimo de los profesores de aquella institución la que sería una de sus
misiones más inmediatas: la recuperación de la fronda que debieron tener en
épocas anteriores las laderas del Barranco de la Cabeza y de Abantos.
La Escuela solicitó la cesión del monte da la Jurisdicción
con el fin expreso de proceder a su repoblación. Posteriormente, a instancias
de Alfonso XIII, se añadieron la dehesa de La Herrería y el monte del
Romeral.
En medio de las tensiones derivadas de la cesión de los terrenos,
surgió la providencial figura de un profesor de la Escuela, don Miguel del
Campo Bartolomé, (1862-1934), nacido en San Lorenzo y gran amante su pueblo, del
que llegó a ser Alcalde. Desde el comienzo él fue uno de los primeros impulsores
del proyecto.
El punto de arranque para la ambiciosa tarea de reforestación
fue la publicación de un documento en 1892, redactado por el mencionado Miguel
del Campo, que pronto se constituyó en la punta de lanza de un plan que
contemplaba una exhaustiva plantación en los terrenos de la Jurisdicción y el
Romeral.
A pesar de que, al parecer, el roble melojo había sido la
especie autóctona más extendida por estos predios, se eligieron inicialmente el
pino rodeno y el pino silvestre, considerado este como más resistente. Para la
ejecución de los trabajos, además del vivero propio de la Escuela situado en la
Casita del Infante, se puso en marcha otro vivero en el lugar denominado Los
Llanillos, situado al final del camino Blanco, a 1300 m de altitud, donde se levantó también una vivienda para el guarda
y un almacén de utensilios, justamente próximos a un viejo olmo y a un fresco
manantial. Posteriormente se añadió otro vivero en la vereda de los
Gallegos, cerca del manantial del Trampalón.
Inauguración oficial del proyecto
La inauguración oficial del plan tuvo lugar el 25 de abril
de aquel año de 1892, efectuándose en presencia de las autoridades las primeras
plantaciones de árboles en la fuente de la Teja que, después, se convertiría en
un símbolo de la repoblación, recibiendo el nombre de Parque de Miguel del
Campo, en agradecimiento a aquel escurialense que felizmente había promovido
tan fecunda iniciativa. Allí se plantaron
testimonialmente para ornato del lugar algunos chopos, tilos, arces,
abetos, rebollos, robinias, pinos y castaños que
todavía están en pie.
Luego, se fueron plantando mayoritariamente
el pino pinaster, rodeno o negral. Pinus
pinaster. L. y el pino silvestre,
albar o de Valsaín Pinus sylvestris L,
quedando el primero destinado a la franja de menor altitud, y el silvestre para
las zonas más altas. Para esta repoblación se sirvieron alternativamente de
siembras y plantaciones.
Según iban avanzando las plantaciones, se vio la necesidad
de ir abriendo una red de caminos y veredas que facilitasen los transportes, unos
horizontales y otros verticales en zig-zag, malla densa que aun hoy disfrutamos
y que tiene como arteria principal el camino Blanco o segunda Horizontal.
La inexperiencia en este tipo de extensas repoblaciones, las
plagas, los ensayos con diferentes tipos de semillas, la comprobación de la
aclimatación de las especies y los desequilibrios climáticos de esta zona representaron
un sinfín de contratiempos que se fueron superando gracias a la decidida
voluntad de los profesores de la Escuela.
Finalmente la empresa concluyó en el año 1914, año que, por
otra parte, resultó nefasto para el pueblo de San Lorenzo debido al inesperado
y polémico traslado de la Escuela a Madrid. La sinfonía otra vez quedó
incompleta pues faltaba la reforestación de las laderas de la Machota, del San
Benito y de Risco Alto.