sábado, 4 de junio de 2016

Por la Cañada Real Leonesa


Hemos colgado el paraguas y, nada mas comenzar este mes de junio, nos hemos puesto a caminar por la Cañada Real Leonesa. Y así hemos tomado el pulso a esta primavera que se estaba haciendo de rogar.
Y las jaras en flor nos recibieron con una visión esplendorosa.


Estaban allí esperándonos, con su elegancia, su tenue aroma y su porte inigualable. Pero no podíamos llegar tarde a la cita, porque, como tantas otras cosas bellas, son efímeras. Tras las lluvias, con los primeros soles, se abren generosamente, dejan a los insectos que liben sus néctares, nos regalan su hermosura y, enseguida, empiezan a arrugar su grandes pétalos blancos, que terminan pronto por caer al suelo.

Y mientras tanto, el monasterio juega con nosotros un intrigante y casi infantil escondite, apareciendo y desapareciendo.


Lo efímero de vuestra presencia en la primavera escurialense os hace algo esquivas a nuestras miradas; por eso disfrutamos de las flores de jara con avidez, con intensidad, casi con prisas, antes de que se vuelvan a escapar otra vez, no sabemos muy bien a donde.