lunes, 6 de agosto de 2007

Lo que veía Azorín



Todo el paisaje converge hacia la inmensa fábrica: Los montes son austeros: El boscaje que los viste resalta con su color negruzco. Las peñas que asoman entre el severo verdor aparecen en agudos picos o en rotundidades formidables. Todo en el paisaje -color y línea- sirve a realzar la solidez y fuerza de la enorme construcción. Y más allá del horizonte, traspuestos los cinco puntos cardinales, ligado indisolublemente al gran edificio, al reducido aposento que se halla en el gran edificio, se extiende un vasto y poderoso imperio.