Dionisio Ridruejo escribe en 1950 sus Sonetos a la piedra, algunos de ellos dedicados a El Escorial; seleccionamos éste:
Es de esbeltez y todavía pesa
una informe en los sillares
cuando un pueblo que planta sus altares
hormiguea labrando su promesa.
El aire es todo alcázares. No cesa
la fabrica mudable en sus solares,
y, en la piedra, con cielos, bosques, mares,
un mundo en red de números se apresa.
Instantes que ya quiere, que ya sabe
su perfección y todavía su sueño,
aurora, porvenir, fe, libre vuelo.
Cuando la piedra lucha y, menos grave,
la montaña se rinde ante su dueño
y el hombre injerta primavera al cielo.