Este párrafo pertenece a su “Meditación del Escorial” uná parte de “El Espectador”:
Sobre el paisaje del Escorial, el monasterio es solamente la piedra máxima que destaca entre las moles circundantes por la mayor fijeza y pulimento de sus aristas. En estos días de primavera hay una hora en que el sol, como una ampolla de oro, se quiebra contra los picachos de la sierra, y una luz blanda, coloreada de azul, de violeta, de carmín se derrama por las laderas y por el valle, fundiendo suavemente todos los perfiles: Entonces la piedra edificada burla las intenciones del constructor y, obedeciendo a un instinto más poderoso, va a confundirse con las canteras maternales...